Lola, una niña de ocho años, narra su experiencia traumática al ser empujada al agua por otros niños en un río muy profundo...
Cuando somos pequeñas, muchas tenemos miedo a nadar, pero a mí me encantaba. Con seis años saltaba de cabeza, hacía volteretas, la bomba… hasta el otoño pasado.
Mi padre me llevó por primera vez a su pueblo, y allí conocí a varios niños de mi edad. Tengo ocho años, para que lo sepáis, que aún soy muy pequeña.
El caso es que estos niños me llevaron a un río que había cerca. Según ellos era muy profundo, porque antes hubo un pueblo que la lluvia hundió hace más de cien años.
Como soy curiosa, me asomé a la orilla y no vi nada, pero ellos insistían: “Lola, ¡mira bien! ¿No ves la torre de la iglesia?”.
Yo no quería acercarme más, porque el agua estaba fría… pero me empujaron. Me asusté mucho y empecé a chapotear; noté que el cuerpo se me congelaba y tragué agua. Mientras, oía sus risas, sus bromas… Gritos… hasta que se hizo el silencio.
Entonces, algo me agarró del brazo y me llevó hasta la superficie. Yo tenía los ojos cerrados y no me atreví a mirar, pero cuando salí a flote y los abrí, me encontré a todos aquellos niños ocultos tras unos árboles. Estaban pálidos y tenían la ropa rota.
En cuanto me vieron, me ayudaron a salir del agua, se arrodillaron y me pidieron perdón. Yo no sé lo que ocurrió, si es que se arrepintieron o hubo algo más, pero, desde entonces, me pienso mucho dónde bañarme… y noto una sensación rara. Como si mi brazo siempre estuviera mojado… (SE TOCA Y MUESTRA QUE TIENE LA MANO MOJADA) ¿Lo veis?
Autor y © del proyecto y los textos: Miguel Ángel Font Bisier