En miCINEinclusivo nos enfocamos en hacer que la cultura sea más accesible para todos. En una constante apuesta por la creación de contenidos audiovisuales inclusivos desde el origen, nos complace anunciar que la Oficina de Comunicaciones de Reino Unido (Ofcom) ha reconocido nuestro trabajo al incluirnos en su reciente guía de accesibilidad para televisión y servicios bajo demanda, destacándonos como ejemplo de mejores prácticas en accesibilidad.
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¡Rodamos el spot para la campaña de turismo accesible «La Comunitat Valenciana, també per a tu»! Edición 2024
Como ya viene siendo tradición durante los últimos años, ¡os presentamos la nueva guía sobre turismo inclusivo que ha llevado a cabo COCEMFE CV!
El proyecto de turismo inclusivo ‘La Comunitat Valenciana, també per a tu’ es un plan para el diseño de rutas turísticas accesibles a las personas con discapacidad física y orgánica, en especial con la movilidad reducida, llevado a cabo en colaboración con Turisme Comunitat Valenciana, organismo dependiente de la Generalitat Valenciana, dentro de su estrategia ‘Turismo para Todos’.
Como reza en su nota de prensa, COCEMFE CV publica una guía con tres nuevas rutas turísticas accesibles e inclusivas para las personas con discapacidad. Las rutas de Vino, de arte mural de Geldo y Entre Chimeneas cuentan con un hilo temático conductor y amplían las temáticas de la oferta turística accesible, con la suma de localidades de interior como Requna, Utiel, Geldo, Alcoy y Ontinyent. Además del fascículo con estas tres nuevas rutas, el proyecto cuenta con un vídeo promocional dirigido por el cineasta valenciano especialista en cine accesible e inclusivo Miguel Ángel Font Bisier, que ha contado con la participación de más de 70 personas con discapacidad de los destinos reseñados.
Monólogo para actrices y actores 6: Sin dormir
Una noche, Amanda recibe la llamada de su amigo Iván. Hace casi un año que no sabe nada de él, y siente un gran alivio al escuchar su voz. Sin embargo, algo extraño parece sucederle, y Amanda decide visitarlo para descubrir el motivo por el que lleva desaparecido tanto tiempo... Un secreto para el que, quizá, no esté preparada.
Ay, hola Amanda. Gracias por venir. Perdona que no me levante del sofá; pero pasa, pasa y siéntate.
Oye, ¿te importa que sea directo contigo? Necesito hacerte una pregunta. Vale, pues ahí va: ¿Cuánto es lo máximo que has estado sin dormir?
Claro, un día y pico, normal… Lo que responde casi todo el mundo. Una noche de fiesta que se alarga, porque lo estabas pasando bien. Cuánto me alegro. De verdad, cuánto me alegro por ti. Muy bien. ¿Eh? ¿Yo? ¿A qué te refieres? Ah, ¿qué cuánto he estado yo sin dormir? Pues… llevo seis meses. Más de ciento ochenta días. Oye. Oye, ¿por qué no me crees? Mírame, ¡mírame bien! ¿Que no se nota?
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Monólogo para actrices y actores 5: La cámara que hallé en mi corazón
Vivimos en la sociedad más audiovisual de la historia y Daniel, un venezolano de veinte años, se ha cansado de almacenar recuerdos en formato jpg. De ese modo, emprenderá un viaje a través de la memoria para demostrar que el mejor modo de conservar nuestra historia es… guardarla en el corazón.
Yo nací el año en que Sony lanzó al mercado su primera cámara de fotos con doce megapíxeles. Hasta que cumplí los trece años no presté mucha atención a este dato, pero aquel día sí. Básicamente, porque a mi señor padre se le ocurrió sentarme en su despacho y mostrarme el disco duro de quinientos gigas en el que guardaba imágenes de lo que había sido toda mi vida hasta el momento.
Pude verme saliendo de mi madre. El rostro que se le quedó justo después de que me llevaran a la incubadora. Me vi en la incubadora. Con mis tíos, mis primos y mis abuelos. Mamando del pecho de mi madre. Levantado en brazos por mi padre como si fuera el cachorro del Rey León. Me vi sonriendo, llorando, gritando de lo que parecía ser dolor; tranquilo y dormido. Calvo, con pelo. Con más pelo.
En la guardería. En preescolar. Sentado en el regazo de un Rey Mago en el centro comercial; con un disfraz de Son Goku. ¡Uf! Cómo me gustaba aquel disfraz. Yo lo recordaba súper realista. Lo que pasa es que, al verlo en las fotografías, caí en que no era el traje, digamos… oficial. Mi abuela y mi tío lo habían cosido para mí, y en la imagen se veían los pespuntes y los remates, que le daban un toque Frankenstein bastante desalentador. Luego estaba lo del Rey Mago, que no venía del lejano Oriente como supondrán. Era un chico que tendría mi edad de ahora, con acné. Supongo que estaría sacándose un sobresueldo para cumplir sus sueños.
El caso es que en aquellas fotografías me vi vestido de tantas formas, rodeado de tantas personas y juguetes diferentes que, a mis trece años y estando al lado de mi padre, algo hizo “clic” dentro de mí. De pronto, mis recuerdos se habían transformado en imágenes de alta calidad que le quitaban todo el entusiasmo y nostalgia con la que yo los paladeaba en mi mente.
Esa misma noche, y a hurtadillas, cogí el disco duro y entré en la cocina. Abrí el grifo y lo puse bajo el chorro de agua hasta que sentí que nunca más volvería a funcionar. Yo no quería saber tanto. Quería dejar en blanco ciertos espacios de mi vida. Vacíos, para rellenarlos con mis propias ideas, o al escuchar las batallitas que me contaban mis abuelos.
Cuando mi padre descubrió lo que había hecho, me cruzó la cara de lado a lado. ¡Plas, plas! Me dio fuerte, pero no dolió en absoluto. Sonreí como sonrío ahora al recordarlo, porque a mi padre, a aquella cámara de doce megapíxeles y al disco duro de quinientos gigas, les debo mi profesión. A los dieciocho ingresé en la escuela de bellas artes y, tres años después, estoy a aquí presentándoles mi primera exposición en solitario: “La cámara que hallé en mi corazón”.
Pasen y vean.
Autor y © del proyecto y los textos: Miguel Ángel Font Bisier
Monólogo para actores y actrices 4: El beso de la bestia
Carpe diem… aprovecha el momento. El paso del tiempo corrompe, devora y aterroriza a quien se obsesiona con su tic-tac. En esta obra intimista, oscura, se ofrece una representación del final de la juventud y el principio de la madurez. Un camino que nuestro protagonista no está dispuesto a recorrer por su propia voluntad.
Tengo el mundo a mis pies cuando estoy contigo.
Y mi corazón late salvaje, ahogando el tictac de nuestro único enemigo.
Estoy aquí.
Me habías llamado, ¿verdad? O fui yo el que vino a buscarte, solo y helado en la oscuridad.
Dime, ¿dónde estás? Y ¿por qué?
¿Por qué me encierras en esta jaula? ¿Por qué le has dado mi nombre a la bestia? Continuar leyendo «Monólogo para actores y actrices 4: El beso de la bestia»